Aspiró el humo con fuerza, mientras giraba el pie, pisoteando la colilla que hacía un instante reposaba en sus labios
Aspiró el humo con fuerza, mientras giraba el pie, pisoteando la colilla que hacía un instante reposaba en sus labios... Expulsó el humo lentamente mientras saboreaba aquella mezcla de alquitrán y tabaco rubio que hacía tanto tiempo había apartado de su vida, llevaba casi diez años sin fumar un cigarrillo pero la situación en la que se encontraba ahora era merecedora de aquello.
Un batiburrillo de sentimientos le invadió sin siquiera darse cuenta, recordaba aquellas sobremesas de los domingos de verano en compañía de toda su familia, abundante comida previa al postre y el típico café acompañado de un cigarro mientras hablaban de la actualidad social del momento. Entonces estaban todos: la abuela, su tío el "manitas" que todo lo arreglaba, su prima Cloe, papá, mamá, los hermanos... "Eran buenos tiempos" pensó para sus adentros aunque enseguida le sucedieron imágenes trágicas, la enfermedad de Cloe, el accidente de tráfico, la bronca monumental por la herencia de sus padres que había terminado por romper la relación con sus hermanos... La rabia que le asaltó ese recuerdo hizo que pisase con más fuerza la colilla, como si ella fuese la causante de todo aquello.
Ahora los domingos de verano eran más tristes, en la sobremesa familiar sólo quedaba su prima Cloe, que seguía luchando con ese puto cáncer que había vuelto a aparecer catorce años después, y muy esporádicamente su tío porque ya no vivía tan cerca de la familia. Cloe tenía sólo 37 años y compartía piso con Diana, además de primas eran súper amigas desde bien pequeñas, podría decirse incluso que eran como hermanas. Ambas mujeres compartían un dolor, ambas eran las adultas huérfanas y muchas veces hablaban de lo triste que había sido la pérdida de sus respectivos progenitores pero en el fondo no dejaban de ser optimistas y vivir la vida a tope.
Diana era soltera, exfumadora y no tenía ningún reparo en perseguir sus sueños por difíciles que pudieran parecer, siempre luchaba para conseguir sus objetivos. Cloe era una divorciada feliz, se había sacado un peso de encima con la marcha de su ex en el peor momento de su vida, cuando le diagnosticaron un linfoma. Joaquín se había marchado de la ciudad con la excusa de un ascenso muy importante en la empresa farmacéutica para la que trabajaba, el muy cobarde no había podido soportar la presión de acompañar a su mujer en la cura de una enfermedad tan complicada que acabaría con una operación y varias sesiones de quimioterapia. Cloe estaba absorta en su curación como para darle mayor importancia a lo que solía denominar "la fuga del mayor cobarde de todos los tiempos" y fue entonces cuando decidió aceptar la invitación de vivir con su prima favorita. Desde el primer momento la convivencia fue muy fácil y la convalecencia de Cloe fue acompañada de los ánimos y el buen humor de Diana. Las dos mujeres se conocían bien y había tal punto de complicidad que hasta se reían de aquella maldita enfermedad.
A Diana se le dibujó una sonrisa en la cara al recordar momentos memorables con su prima, habían hecho las mil y una locuras. Se quedó un rato más absorta pensando en aquello mientras no dejaba de pisar aquella colilla cuando una voz la sacó de su abstracción.
- Pero tía, ¿qué coño haces fumando? - replicó Cloe - Diez años de abstinencia tirados por borda...
- Es sólo un pitillo - dijo resignada Diana - necesitaba recordar lo que es calmar el ánimo con un "cilindrín"... No pienso fumar más pero había un chico fumando que me ofreció un cigarro y no sé porqué no quise decirle que no. Además, me apetecía... ¿Que vas a echarme la bronca como si fueras mi madre?
- De eso nada, monada... madre sólo hay una en esta vida y las broncas ya te las echó todas en el instituto... ¡Con lo golfilla que eras! - le espetó con sorna. Ambas mujeres se empezaron a reír a carcajadas durante varios segundos.
- Pero tú, pese a tener menos edad, no te faltaba maestría en esto ¡eh, zorrupia! - le contestó jocosa su prima mientras continuaron riéndose un rato más al recordar las locuras adolescentes de dos "pipiolas" que pretendían comerse el mundo. A medida que descendió el tono de sus risas ambas se quedaron pensativas mirando al suelo y tras unos segundos de silencio:
- Y ahora... ¿qué vamos a hacer? - preguntó Diana algo triste a su amiga.
- Pues ahora, a vivir... como siempre hemos hecho. A disfrutar cada momento sin pensar en el qué dirán. Acaso ¿te has vuelto boba en el rato que has estado aquí?... ¿o es que eso no era un cigarro y resulta que te has fumado un porro a mis espaldas?
- Aquí la única boba eres tú. No digas gilipolleces... ¿te piensas que las drogas las regalan? - contestó volviendo a reírse Diana mientras Cloe intentaba hacerse la seria aguantándose la risa. Enseguida rompió a reír nuevamente mientras miraba a su mejor amiga.
- ¿Te acuerdas cuando nuestras madres nos decían aquello de "cuidado con los tíos que regalan caramelos a la puerta del cole, pueden contener droga" - se miraban entre risas - ¡Ja, ja, ja, ja, ja!... debía ir bien cara la droga porque nunca encontramos a los tipos esos regalando caramelos... - siguieron con la guasa un rato más, hasta que Diana se puso algo seria:
- Ahora en serio, Cloe... ¿qué vamos a hacer con esta noticia? - preguntó preocupada Diana.
- A ver, Di... que el linfoma haya aparecido de nuevo en mi vida es un hecho y ya sabes lo que digo... las cosas hay que aceptarlas como vienen, además ya me advirtieron de que esto pasaría - apoyó su mano sobre el hombro de Diana, la miró a los ojos y tragó saliva - no podemos adelantarnos a los acontecimientos y debemos vivir las cosas conforme vayan llegando. Yo tengo asumido desde hace mucho que el cáncer acabará con mi vida... - puso la otra mano sobre el otro hombro de manera que ambas mujeres estaban de frente - pero aún no estamos en la recta final, todavía queda mucha carrera y yo cruzaré la meta sola, pero ¿quieres seguir siendo mi compañera de relevo en esta maratón? - Diana, no lo dudó un instante:
- ¡Por supuesto! Correremos junta esta carrera, que espero sea una maratón.
Las dos amigas se fundieron en un gran abrazo del alma mientras se susurraban con muchísimo afecto:
- Te quiero, Di, gracias por estar siempre ahí.
- Y yo te quiero a ti, mi "tontita" favorita.
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