Esta es la historia de cómo un pelo blanco llegó hasta mi sudadera
Esta es la historia de cómo un pelo blanco llegó hasta mi sudadera. Resulta que ayer miré la manga de mi sudaderas verde, la que es más tirando a pistacho con un logo de una protectora de animales de Pontevedra que no voy a mencionar, me encontraba sentada en mi silla de escritorio las manos sobre el teclado y lo vi allí pegado, quieto... mis ojos se clavaron en él y se llenaron de lágrimas al recordar su procedencia. Era un pelo más bien gordito y largo, algo ondulado y parecía mirarme con una sonrisa, cerré los ojos y una lágrima descendió por mi mejilla hasta la comisura de mis labios, me mantuvo así unos segundos y me abracé a mi propio brazo con aquel pelo tan emotivo... me pregunté para mis adentros por qué las cosas tenían que ser así de tristes y apreté más los párpados mientras seguían brotando lágrimas:
- Pst, eh! - escuché en voz bajita - Eh, no llores más... tranquila - prosiguió aquel susurro.
Había posado mi cabeza sobre el brazo derecho y mi oreja había ido a parar como encima de aquel pelo blanco, pero no podía creer lo que estaba oyendo, un susurro suave tratando de consolarme.
- No pasa nada, Lu... intenta tranquilizarte - prosiguió la voz misteriosa - las cosas mejorarán y todo va a salir bien.
Sorprendida aparté lentamente la cabeza de mi brazo y mientras me iba incorporando hacia atrás sobre la silla del despacho me quedé sorprendida, volví a mirar aquel pelo blanco y pude ver como se movía y descendía hasta la superficie de la mesa, como si fura un gusano se encogía y estiraba para desplazarse por allí. No podía creer lo que estaba viendo, un pelo con vida propia que se deslizaba por la mesa, me acerqué mientras enjugaba mis lágrimas con la otra manga libre de pelo y lo volví a escuchar:
- Eh, Lu... ¿estás bien? - dijo aquella cálida voz - respira profundo y trata de sosegarte - proseguía la voz y yo no podía creer aquello que estaba viendo, ¡un pelo parlante!
Titubeé un momento y dije en voz baja:
- ¿Pelo? ¿Me hablas tú? - no quería que nadie de casa me fuese a escuchar hablado sola.
- No veo a nadie más aquí - dijo en tono jocoso - soy yo, ¿no me reconoces? - me preguntó como si tuviera que saber qué es lo que estaba pasando y quien era aquel ser que se suponía inerte. Traté de re ordenar mis ideas y buscarle algo de sentido a todo aquello:
- No... no entiendo... ¿un pelo que habla?, ¿en serio?, ¿habré perdido la razón? - empezaba a ponerme nerviosa por no entender aquella situación.
- Es normal, Lu... entiendo que te asuste verte a ti misma hablando conmigo, pero es la realidad de este momento - dijo de forma pausada y casi paternal - de verdad, tranquila, no estás locas ni se te ha ido la cabeza.
- ¿En serio estoy hablando con un pelo?
- Sí, ¿y? Hay gente que habla sola de verdad y tú estás hablando conmigo.
- Humm... - murmullé hacia dentro.
- Me conoces perfectamente - dijo sacándome de mi murmullo - ¿en serio tengo que explicártelo todo?
- Quizás - titubeé.
- A veces, Lu, pareces un poco tonta... yo pensé que me reconocerías después de 17 años de amistad - hizo una pequeña pausa - la verdad es que me decepcionas un "pelín" - dijo guasón aquel pelo.
- ¿Te parece momento para bromitas capilares? - empecé a sentir curiosidad por todo aquello.
- No tengo un pelo de tonto, Lu pero por lo que parece, tú sí - y empezó a reirse de una forma contagiosa que me arrastró y me reí con él.
- Qué humor, chico... - hice un pausa dubitativa - la verdad es que no caigo...
- Pues te voy contar algo que quizás te sorprenda, entré por la puerta de casa formando parte de una especie de nube de algodón de feria, blanca, con alguna macha marró y con unos ojos negros que destacaban en una minúscula carita... ¿te va sonando?
- ¿Peta? ¿Eres tú? - pregunte boquiabierta.
- Sólo lo que queda ella, pero sí, soy yo - contestó.
- Aún recuerdo aquel día, era principios de junio y tú tenías tan sólo un mes... tu madre se había puesto enferma y no podía mantenerte junto con tus hermanos... eras como una nube - dije con emoción en los ojos - ¿en serio me estás hablando amiga Peta?
- Pues eso parece - dijo amigablemente mientras yo me imaginaba una sonrisa de cómic en aquel pelo parlante.
- Te echo mucho de menos, Petiña... - no te imaginas cuánto - Y mi madre la que más... verás qué contenta se pone cuando te escuche hablar... - me interrumpió:
- ¡Espera un momento! No puedes hablarle a nadie de mí... - hizo una pausa dudando - bueno, de mí como perra sí. Cuéntales las aventuras que vivimos, los baches que superamos, lo que significó que yo fuese tu mascota, tu familia... Pero por favor, no le cuentes a nadie que de todo aquello sólo quedó este pelo y que aún encima tengo la capacidad de comunicarme contigo. Si lo haces, es probable que perdamos este puente que nos queda...
- ¿En serio?
- No lo sé con seguridad pero he escuchado tantas historias que pierden su magia al hacerlas públicas que me parece mejor mantener el secreto.
- Bueno, intentaré no contarlo por ahí. Sabes que siempre fui un poco bocazas pero si esta es la única manera que tengo de comunicarme contigo y tener de nuevo tan cerca ¡mantendré mi boca cerrada!
- Bueno y ahora ¿qué hacemos? - preguntó Peta.
- Creo que cambiaré tu ubicación, es más seguro llevarte sobre el pecho que en un brazo - cogí aquel pelo con mucho cuidado y lo pasé del brazo derecho de mi sudadera al pecho, cerca del corazón - Aquí estarás mucho mejor, y cuando salgamos a la calle el aire no te llevará tan fácilmente.
- Gracias, Lu. No es fácil esto mantenerse sobre la ropa sin caer... De hecho me costó llegar hasta la manga y poder comunicarme contigo, necesitaba una conexión directa para poder hablarte... Y sabes una cosa, tengo que darte las gracias.
- ¿Gracias? ¿Por qué?
- Por todo, por darme una familia, por quererme, por ayudarme en los malos momentos, por curar mis heridas, por mimarme... ¿te parece poco?
- No tienes porqué dar las gracias... si somos nostras la que te debemos agradecimiento por todo lo que nos diste sin esperar nada a cambio, por enseñarnos sin palabras que en los malos momentos hay que luchar y no tirar la toalla, por mirarnos con esos ojos tan lindos y expresivos... y perdónanos...
- ¿El qué? - preguntó muy sorprendida.
- El haberte gritado en momentos de enfado por lo que ahora me parecen tonterías... lo siento tanto...
- Es de humanos errar pero vosotras nunca os portasteis mal... todo el mundo se enfada a veces, hasta nosotros los perros - hizo una pausa y prosiguió - pero de verdad me siento agradecida por todo y sobre todo por estar ahí siempre, hasta el momento final... acompañarme hasta el inicio del arco iris para cruzarlo... Quiero que estés en paz, pues hiciste lo que cualquier ser con un mínimo de compasión habría hecho... - se entrecortó la voz de la emoción - Pero quería decirte una cosa importante... a medida que cruzaba el puente multicolor recobré el sentido que había perdido en mi vejez y me acordé de todo... mis dolores se fueron de repente y volví a tener cuatro patas y una agilidad jovial que no te imaginas...
- Vaya, siempre imaginé esa posibilidad por sentirme bien y pensar en positivo... pero no creí que fuera cierto - le dije.
- Pues te lo confirmo así como lo oyes y algún día tú también lo verás... y ¿sabes quién me estaba esperando en el otro lado del puente?
- Puedo imaginármelo... - me emocioné tanto al pensarlo que me quedé sin habla.
- Un perro negro y marrón, como Tomi pero grande... me dijo que se llamaba Lonxe.
- ¿En serio?, pensé que te esperaría tu amiga Negri y la familia... si tu a él no lo conociste.
- Pues allí estaba él, radiante, sacando pecho y me pidió que lo siguiera. Lo hice un poco desconcertada hasta que me llevó a un lugar fantástico, con prados, sol y muy buena gente. Allí tenían montada una recepción para mí y de anfitriona Negri. Estuve con toda la familia... gatos, perros, humanos... y algunos amigos... fue fantástico... Tu padre se me acercó, me cogió en brazos y me dijo que se alegraba de verme. Me preguntó por toda la familia de este lado del arco iris y me llevó a junto la abuela Lola quien me contó un secreto...
- ¿Qué te contó?
- Pues me contó algo que me facilitó venirme aquí contigo... me dijo que por la noche, cuando los humanos soñáis algo que anheláis de corazón habilita el puente del arco iris de forma intermitente... me advirtió que si conseguía cruzar a este vuestro lado no volvería con la misma forma, acabaría siendo algo relacionado con lo que había sido en vida y que podría encontrar una manera de comunicarme verbalmente si así lo deseaba, sólo tenía que creerlo para poder hacerlo posible... No me importaban mucho las consecuencias de tratar de cruzar de nuevo para veros, así que no lo dudé y esa misma noche me oculté en la entrada de arco iris de aquel maravilloso mundo. Alguien soñó de corazón, el puente del arco iris se tendió de nuevo delante de mí, así que crucé lo más rápido que mis cuatro patas me permitieron... A medida que cruzaba me fui desvaneciendo en el aire, y me quedé en lo que ves... una corriente me arrastró hasta casa y allí esperé el momento de poder planear hasta tu sudadera.
- No puedo creer lo que estoy oyendo.
- Pues creélo y será verdad, sino no estarías aquí conmigo hablando como si tal cosa.
- También es cierto, Peta... porqué buscarle la explicación a esto tan bonito que nos ha pasado después de tu marcha.
Me levanté de la silla asegurándome de que el pelo no se me cayera de la sudadera y me dispuse a salir de casa.
- ¿Te apetece salir un rato, Peta?
- Sí, pero recuerda que nadie puede saber esto, yo no existo en forma de pelo y tú no debes hablarme delante de otra gente o pensarán que te has vuelto loca.
Salí de casa con la sonrisa puesta cuando mi madre volvía de la compra.
- ¿A dónde vas tan contenta hija mía?
- A dar un paseo, necesito tomar el aire...
- ¿Vienes para cenar?
- Sí, hoy ceno contigo así que a las nueve estoy de vuelta.
- Ve con cuidado.
Caminé hasta la playa y me senté en una roca... hablé un rato más con mi queridísimo Pelo blanco de la sudadera. Recordamos viejos momentos, aventuras como el día que Peta se perdió en el monte y el susto que nos dió a mi hermana y a mí. El día del río en Arbo con la familia, los paseos por la playa... recordar todo aquello era fantástico.
- Lu, tengo que decirte algo - me dijo seria Peta.
- ¿Qué pasa?
- Hoy me iré de nuevo... es algo que no te dije, pero si no lo hago no podré estar cuidando a la familia en aquel lugar...
- Quédate - dije con voz afligida.
- No puedo, de verdad... si rompiera el pacto desaparecería para siempre, sólo quedaría en tu recuerdo y el día de tu marcha al otro mundo no podría estar esperándote como me esperó Lonxe a mí... y créeme, ese volverá a ser un día muy feliz.
Las lágrimas volvieron a mis ojos, mientras miraba a Peta en forma de pelo.
- No llores otra vez, anda que me dejas triste.
- Para que me pueda ir necesito tu ayuda... ¿tú quieres que me quede aquí con el riesgo que eso conlleva o prefieres encontrarme allá con el resto de la familia el día que vayas? No puedes estar pendiente de un pelo lo que te pueda restar de vida... - suspiré y tras una breve reflexión contesté:
- El día que llegue mi hora quiero volver a encontrarme con todos y cada uno de mis seres queridos allá en el lugar del que me hablaste. Te voy a echar de menos y aunque me veas llorar quiero que te vayas tranquila, Peta.
- Bien, pues debes cogerme en una palma de la mano y desear con fuerza que así sea, cerrar los ojos y soplarme para que pueda planear con esta brisa tan suave que hace hoy poder llegar al inicio del puente de colores. Deséalo de corazón y y hazlo...
- Lo haré pero antes quiero que sepas lo mucho que te quiero y te queremos.
- Lo sé, me ha gustado verte y ver a Mercedes... cuídala y cuéntale esta historia cuando estés preparada, date tiempo y vive... cuida de los que quedan aquí, de la familia y las mascotas tan locas que tienes... os voy a echar mucho de menos pero prometo ser la primera en recibirte el día que vengas.
- Gracias por todo, Peta.
Cogí con mucho cuidado el pelo de mi pecho y lo puse en la mano derecha, deseé con todas mi fuerzas que aquello de lo que habíamos hablado se cumpla algún día, cerré los ojos y soplé... el pelo desapareció en el aire. Desde entonces creo firmemente que el día que tenga que partir será Peta quien esté en el otro lado del puente y seremos al menos tan felices como lo hemos sido aquí.
Precioso me he quedado con las lágrimas en los ojos ojalá alguno de los míos volviera para decirme que están bien gracias por este relato tan bello
ResponderEliminar😔🥰
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