Hummm... Buena opción

- Hummm... ¡buena opción! - escuchó tras de sí Natalia.
- ¿Perdona? - preguntó mientras se giraba con aquellos dos productos en la mano.
- Te decía que es una buena opción - respondió el dependiente.
- Si no he elegido todavía, sólo estaba comprobando estos dos snacks.
- Cualquiera de esos dos que elijas es bueno - replicó - los nervios de toro secos con toque ahumado les suele gustar mucho a los perros y las orejas de cerdo de Babiera premiun también, así que elijas lo que elijas va ser una gran opción.
- Es que mi perro es un poco "especialito" - contestó Natalia intentando hacer el gesto de comillas con las manos ahora ocupadas.
- Incluso a los más raritos le gustan, en serio... ¡llévate uno y verás! Mañana puedes pasarte a contar qué tal - continuó el tendero medio sonrojado mientras pensaba que esa sería una buena ocasión para volver a verla.
- Pues escogeré las orejas a ver qué tal - devolvió la bolsa de nervios de toro a la estantería y se dirigió a la caja a pagar.


El dependiente le acompañó muy amablemente hasta la caja y pasó a detrás del mostrador, se agachó, abrió un cajón y sacó un par de nervios de de los que tenía a granel para regalarle a Natalia.

- Toma, te regalo unos nervios para que los pruebe tu perrillo y otro día me cuentas cuál le ha gustado más... ¿orejas o nervios? He ahí la cuestión - dijo de forma vacilona mientras sostenía aquello como si de una obra de Shakespeare se tratara y serió.

Natalia esbozó una sonrisa por compromiso mientras miraba al dependiente hacer el tonto, había percibido que pretendía coquetear con ella, pero ella no estaba para esas cosas.

- Gracias - cogió su compra, la metió en la mochila y se fue despidiéndose - que tengas muy buen día.
- Igualmente - respondió el tendero mientras se quedaba cabizbajo.


La chica se dirigió con paso apurado a su casa, al llegar a la portal del edificio sacó las llaves del bolsillo y se le cayeron al suelo, se agachó las cogió y por fin pudo entrar en ele edificio. En el eco delas escaleras se oyó un gimoteo inconfundible, era Breto llamando a su humada desde casa. Subió corriendo las escaleras hasta el segundo, abrió la puerta y Breto salió corriendo a recibirla con la cola en alto y moviéndola con rapidez de un lado a otro. La olisqueó como un loco y cuando estaba detras de Natalia se puso a dos patas para continuar oliendo aquel aroma tan embriagador que percibía desde la mochila, se puso a saltar y a ladrar de alegría.

- ¡Shhhhh! ¡Breto, para ya! - el perro se puso delante de ella y se sentó mirándola fijamente sin dejar de mover la cola.

Breto era un podenco marrón marrón claro de pelo duro con alguna mancha blanca en la puntita de las patas, en la cara empezaba a tener canas que se le apelmazaban alrededor de los ojos y el hocico haciendo que pareciera que llevaba una máscara blanca, sus orejas que en algún memento de su vida terminaron en punta tenían ahora una pinta destartalada (que formaba parte de su encanto abuelil perruno), de la boca asomaban algunos dientes torcidos haciéndole tener una mueca muy graciosa (pordíamos decir que esos piños eran ahora "disidientes" pues no seguían la línea del resto, eran únicos e inimitables). El perro se quedó sentado delante de Natalia varios segundos, mirándola fijamente mientras meneaba su colita hasta que quitándosela la mochila de la espalda su dueña dijo:

- Está bien, Breto ... - decía mientras introducía la mano en la bolsa y sacaba aquellos manjares, cogió uno en cada mano después de posar la mochila en el recibidor de casa y le mostró aquellos snacks sabrosos que Breto había percibido nada más llegar - ¡Elije!

Breto se puso en pie ladró una sola vez y dio una vuelta sobre sí mismo, se volvió a sentar un poco más alejado de Natalia. Esto permitió que la humana pudiese cerrar la puerta del piso con el pié dejando que se golpease. Se puso de cuclillas delante de su amigo perruno y le mostró de nuevo los snacks:

- ¡Elije, hombre!

Breto se acercó un poco, olió la oreja de cerdo premium y luego el nervio de toro, abrió la boca sobre la segunda opción y con un movimiento rápido se llevó a la boca el nervio y la oreja y salió corriendo a su cama donde se tumbó a mascar aquella delicatessen. Natalia se incorporó diciendo

- Pues tenía razón el de la tienda, eran buena opción.


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